Versión 1
La mujer se pone nerviosa, pregunta dónde está el cajero más cercano, tiene que andar 5 minutos… llegará tarde al cumpleaños de su hermana. Peor sería llegar sin regalo, piensa. Llega hasta el cajero, extrae dinero, pero sólo le dan un billete grande. Vuelve a la tienda para hacer la compra, ese día justamente la vendedora tiene poco cambio, pero de mala gana le acepta el billete. La mujer está enojada porque llegará tarde y la vendedora estará sufriendo el resto del día porque se ha quedado sin cambio.
Versión 2
La mujer se pone nerviosa, pregunta dónde está el cajero más cercano, tiene que andar 5 minutos… llegará tarde al cumpleaños de su hermana. Peor sería llegar sin regalo, piensa. De camino al cajero, la mujer pasa por un centro comercial y ve unos bolsos en el escaparate, son más caros y no sabe si le gustarán tanto a la hermana, pero decide entrar y lo compra con tarjeta. La mujer está enojada porque ha pagado más de lo que tenía pensado por un producto que no sabe si le gustará a la hermana y la vendedora ha perdido una venta.
Versión 3
La vendedora reconoce a la mujer, no es la primera vez que compra ahí. Entiende su situación de apuro y le dice que vaya con su hermana, que ya le pagará luego. La mujer se lo agradece encarecidamente y va al cumpleaños de su hermana. Lo pasan genial, comen, toman, ríen pero al final de la tarde la mujer se ha olvidado completamente del fiado.
La vendedora incluso cierra un poco más tarde esperando a la mujer y en ese momento lamenta no haberse apuntado su número de teléfono. Pasan los días y la deuda no se llega a saldar hasta que la vendedora también lo olvida.
Versión 4
Así se hace un buen fiado
La vendedora reconoce a la mujer, no es la primera vez que compra ahí. Entiende su situación de apuro y le dice que vaya con su hermana, que ya le pagará luego. La mujer se lo agradece encarecidamente y va al cumpleaños de su hermana. Lo pasan genial, comen, toman, ríen pero al final de la tarde la mujer se ha olvidado completamente del fiado.
Por suerte, la vendedora ha anotado el número de la mujer a través de la app Treinta. De manera automatizada le envía un recordatorio por WhatsApp antes de cerrar la tienda. La mujer contesta que no puede pasar a saldar su deuda en ese momento, pero regresa la mañana siguiente y no solo salda la deuda sino que compra dos bolsos más para amigas que cumplen años pronto, resulta que el regalo a la hermana fue un gran acierto.
Pasan las semanas y la vendedora recibe la nueva temporada de bolsos de la marca que le gusta a la mujer. Gracias al fiado, tiene a la mujer guardada en la lista de contactos de Treinta. La vendedora decide mandarle unas fotos a la mujer, y le encantan. La mujer los reenvía a su hermana y a sus dos amigas que recibieron el regalo y estas lo envían a más personas. Casi sin darse cuenta, en los primeros días la vendedora ha vendido todos los bolsos que pensaba que tardaría meses en vender.
Esta historia explica el potencial que tiene el fiado. No solo te va a permitir vender más en el corto plazo pero también te permitirá establecer una relación con los clientes que contribuirá al éxito del negocio por mucho tiempo. Pero se debe hacer bien. La mayoría de fiados que no se saldan es por descuido y no por voluntad de impagar por parte del deudor. Por eso, desde Treinta recomendamos apuntar también el número de identidad, junto con el número de celular y nombre de la persona que se le va a dar fiado. Las personas cuando dan el número de identidad, subconscientemente dan más importancia a esa transacción de fiado. Si se hace bien y se mandan recordatorios, el beneficio obtenido del fiado es mucho mayor al riesgo de impago.